No quiero que me respetes por ser mujer

28 de junio de 2025

Maria Camila Ochoa

No quiero que me respetes solo por ser mujer, sino por lo que hago y lo que puedo lograr, por mis valores, mis pensamientos y mis acciones.
A lo largo de la historia, las mujeres hemos librado una constante lucha para ganarnos el respeto de los demás y hacer lugar a nuestros derechos, transformando la sociedad y en especial, la vida y los sueños de las mujeres. Aunque hemos avanzado mucho, todavía queda camino por recorrer y espero seguir participando de esa transformación para que algún día podamos sentirnos realmente libres, completas, llenas de confianza y sin ninguna desventaja.

Además de lo anterior, lo que me gustaría compartir es que, si bien me siento orgullosa de ser mujer y de la lucha histórica de las mujeres, quiero ser respetada no solo por mi género, sino por todo lo que hago y todo lo que puedo lograr como persona.

Durante siglos, las mujeres hemos sido vistas principalmente como cuidadoras, relegadas a roles domésticos y muchas veces apartadas de las posiciones de poder y autoridad. Si bien estos roles son fundamentales y llenos de valor, es esencial reconocer que las mujeres hemos demostrado una y otra vez que también somos fuerzas dinámicas en muchas otras áreas; y es esa combinación única de habilidades lo que merece respeto y reconocimiento.
El respeto que busco no se debe únicamente a mi género, sino a todo lo que soy capaz de hacer, todas las ideas que puedo aportar y los logros que puedo alcanzar. Las mujeres somos profesionales, líderes, científicas, creadoras, trabajadoras y, a través de esos ojos es que quiero que la sociedad nos vea ahora. Nuestra lucha no solo se trata de ser tratadas como iguales en derechos, sino también de que se reconozca el valor inherente de nuestras capacidades.

En el ámbito profesional, cada vez más mujeres están rompiendo barreras en campos que tradicionalmente han sido dominados por hombres. Según un informe de la ONU, en 2022 el 39% de la fuerza laboral mundial estaba compuesta por mujeres. Aunque la representación femenina está aumentando en muchas áreas, todavía enfrentamos desafíos como la brecha salarial y el acceso limitado a puestos de alta dirección. Las mujeres, no obstante, continuamos demostrando que podemos asumir estos roles con igual, e incluso mayor, eficacia que nuestros colegas masculinos.

Por lo tanto, la lucha no debe limitarse a una cuestión de género, pues así como dijo una de las figuras más influyentes en esta batalla, la activista y escritora Mary Wollstonecraft, en su obra Vindicación de los derechos de la mujer (1792): «No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas». Esta frase sigue resonando hoy en día, pues nuestro objetivo no es superar a los hombres, sino que se reconozca nuestro valor, y que tanto ellos como nosotras podamos elegir libremente dónde estar, qué hacer y tener la misma oportunidad de desarrollarnos y crecer como personas.

Como dijo una vez Malala Yousafzai, activista y premio Nobel de la Paz: «No pido poder para las mujeres, sino igualdad de derechos». Esa igualdad comienza con el respeto. Y ese respeto se basa en quiénes somos, en nuestras contribuciones, y en lo que podemos lograr si se nos da la oportunidad de ser vistas y escuchadas.

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