Reflexiones alrededor de la protección de la biodiversidad, el rol de la juventud y la construcción de futuros posibles.

Haber nacido en Colombia, el segundo país más biodiverso del planeta, ha influenciado mi vida personal y profesional, de tal manera, que he decidido dedicarla al estudio y conservación de esta gran riqueza, la biodiversidad. Con el tiempo, además de colombiana, me reconocí como mujer, como una mujer colombiana, y eso me llevó a reconocerme a mí misma como el primer territorio, al que debía cuidar, tal y como quería hacerlo con el territorio colombiano y su biodiversidad. Estas dos cosas podrán parecer desconectadas, pero no lo están, porque no fue sino hasta que habité con cuidado y empatía mi condición de mujer joven, colombiana, bióloga, que empecé a entender que trabajar con la biodiversidad, no se trataba sólo de investigar los animales y ecosistemas que tanto me gustan, trabajar con la biodiversidad, y especialmente en Colombia, debía significar también, trabajar por un país más sostenible y justo, donde todas y todos quépanos. Trabajar con y por la biodiversidad significa trabajar por un futuro posible.

Reconocerme es parte fundamental de mi construcción en liderazgo y activismo ambiental.

¿Qué quiero decir con esa última frase? En otras palabras, que la biodiversidad es el principal soporte de la vida tal y como hoy la conocemos. Para entenderla aún mejor quiero ponerla en contexto a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Estos objetivos hacen parte de la agenda 2030, y son la guía para que las agendas políticas-ambientales nacionales e internacionales establezcan estrategias concretas que nos lleven en camino a la transición a un mundo más sostenible. Dentro de esta gran lista hay objetivos de diversos temas, desde pobreza, ciudades sostenible y educación de calidad, hasta agua limpia, cambio climático y alianzas. Es decir, establecen metas alrededor de los tres principales pilares a través de los cuales habitamos este planeta: lo ambiental, lo social y lo económico.
Ahora bien, es cierto que todos los objetivos son importantes y urgentes, y debemos generar transformaciones en nuestra sociedad para asegurar su cumplimiento. Sin embargo, es muy importante resaltar que el cumplimiento de aquellos ODS enfocados en biodiversidad, como el ODS 14 (vida debajo del agua) y el ODS 15 (vida en la tierra), es crucial para que logremos no solo la sostenibilidad ambiental, sino también el cumplimiento de todo los demás ODS, incluso de aquellos que creemos que no tienen relación, como por ejemplo la equidad de género (ODS 5). En caso de que no sea fácil verlo, podemos hacernos esta pregunta sobre la relación más básica entre los ODS (de las muchas que hay): ¿en qué planeta podré luchar por el hambre cero, en contra de la pobreza, o por acceso a trabajos decentes, si ese mundo no es viable, si no puede asegurar la vida como hoy la conocemos?

Algo maravilloso de alinear sus esfuerzos a los Objetivos de Desarrollo Sostenible es la transversalidad entre ellos, cuando impactas en uno seguramente estarás abordando otros.

Esta serie de pensamientos y condiciones que he empezado a habitar con más detalle los últimos años, me llevaron a querer hacer algo, a materializar de alguna manera ese interés por conocer y cuidar el territorio y su biodiversidad. Ese deseo que me interpelaba y la compañía de las personas adecuadas, llevaron a la creación de “La Reserva Natural El Globo” (Támesis, Antioquia), un proyecto de conservación a través de la cual un grupo interdisciplinario de jóvenes, buscamos promover la investigación, recuperación, conservación y uso sostenible de uno de los hotspots de biodiversidad más amenazados a nivel mundial, los Andes tropicales, incluida su biodiversidad y los beneficios que brindan a la sociedad.

Los retos que tenemos los y las jóvenes en la conservación de la biodiversidad es cambiar los modelos económicos que establecen sobre la tierra.

¿Cómo lo hemos logrado? Entre una serie de eventos afortunados que se han dado, hubo algo en particular que nos propusimos: aprovechar el momento histórico que estamos atravesando, en el que la biodiversidad está tomando cada vez más un papel central en las discusiones de las agendas políticas-ambientales; y en el que los jóvenes cada vez más, estamos exigiendo y obteniendo el derecho a participar (a involucrarnos, liderar y actuar) en la protección de nuestro entorno, la planificación de nuestros territorios y la lucha contra la crisis climática y de pérdida de biodiversidad. 

El Globo es nuestra (mía y del maravilloso equipo que representó) forma de ejercer ese derecho a participar y a planear nuestros territorios y su cuidado. Es nuestra contribución para que como país y región podamos contribuir al cumplimiento de los ODS y de la agenda 2030, y como ya lo he dicho nuestra apuesta para construir a la construcción de un país biodiverso, justo y sostenible. Con El Globo buscamos transmitir a los jóvenes de Colombia y la región un llamado para actuar, para que refresquemos la manera como nos hemos relacionado con la biodiversidad. Tenemos que dejar de ver la naturaleza y nuestro desarrollo como dos cosas aparte, lejanas y en ocasiones contarías; y por el contrario, tenemos que empezar a darnos cuenta de las complejas y delicadas interrelaciones entre el bienestar de la biodiversidad y el de nosotros, que al final terminan siendo lo mismo.

 

Creditos Fotográficos:
Alejandro Noreña y Sebastián Calle

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