¿Admiración o idealización?

21 de Septiembre 2023

Elena Marcela Quevedo Mejía
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Soy una persona de referentes. Siempre he creído que es importante conocer a personas que me despierten admiración. Generalmente, estas personas han recorrido caminos o alcanzados objetivos que yo tengo el sueño de conseguir; por lo tanto, considero que son una fuente fiable de métodos, oportunidades o ideas que pueden ayudarme a desarrollar mi propósito de vida.

 

Hace pocas horas contacté a una de esas personas que admiro. Le compartí un escrito que hice sobre ella en el mes de enero, cuando trabajábamos juntas. Este texto decía lo siguiente:

“¿Por qué siento admiración por ti? He llegado a la conclusión de que te admiro (…). Eres una mujer fuerte, segura de tus opiniones y valiente por desarrollar proyectos sociales en un país como Colombia. Con tu inteligencia y perspicacia puedo asegurar que se te han abierto las puertas para trabajar en el extranjero, pero decidiste quedarte y apostar por este país. Trabajar por Colombia, creer en Colombia, reivindicar a Colombia… Esta es la raíz de mi admiración por ti, yo también siento la pasión por trabajar por este territorio que me vio nacer y que amo con locura.

 

No conozco toda tu historia de vida, pero te admiro por darlo e intentarlo todo, enfrentar obstáculos, convertirte en líder y aportar toda la energía que nace de tu corazón para llevar a cabo tu propósito: aportar por la mitigación del cambio climático, el desarrollo de tu región y la disminución de las desigualdades.”

Fue curioso que su respuesta se basara en “al leer este mensaje, pienso que estás hablando de otra persona y no de mí, ahí relatas a alguien fuerte y valiente, pero por otro lado yo me siento insegura y con muchas dudas”. Tuvimos una conversación corta sobre el tema, hablamos de cuantas veces la admiración sólo conoce un lado de la moneda, donde sólo vemos sus logros, sus fortalezas, su fuerza, perspicacia, determinación y un sin número de cualidades, que en ocasiones quizás opaca sus realidades. Conversamos sobre los miedos, las inseguridades, las falencias, los errores y la mirada baja de haber cometido errores. Así que, pienso ¿Es la admiración una mirada idealizada?

Una de las razones para compartir admiración a otras personas es también reflejo de vivencias personales, ocasionalmente podemos poner pedestales (fatal error), pero tener la oportunidad de hablar y conocer el fondo de una persona que es para ti referente, quita los pedestales, y nace una real admiración, desde el amor por su evolución, desde el aprendizaje en cada error cometido, desde sus miedos y como los afronta para no detenerse, y sobre todo desde sus estados de vulnerabilidad.

 

Este tipo de admiración es más valiosa que aquella idealizada e inalcanzable, principalmente porque en vez de hablar desde el temor y la inseguridad de una idealización, se habla desde una relación reciproca, donde se puede guiar, donde se puede motivar y donde se puede trabajar de manera colaborativa.

Según un estudio de la compañía de auditoría KPMG – citado por el periódico El País – 3 de 4 mujeres en cargos ejecutivos experimentan el síndrome del impostor, el cual, las hace sentir indignas, de forma equivoca, de los éxitos que logran, movidas por la creencia de que no están a la altura de las circunstancias o de que lo que consiguieron fue fruto del azar más que de sus propios méritos. Es por ello que siempre busco compartir mi admiración a mujeres como ella, para que así puedan empezar a aceptar que son merecedoras de reconocimiento y aplausos; sin dejar de lado mi tarea de buscar siempre la admiración desde el amor y no desde la idealización y el temor.

Referencias

https://elpais.com/economia/formacion/2023-03-09/tres-de-cada-cuatro-mujeres-experimentan-el-sindrome-del-impostor-en-algun-momento-de-sus-carreras.html

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