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Contexto: Discurso dado en la Facultad de Minas para los egresados en distintas Carreras, universidad Nacional de Colombia- abril 2024
25 de julio de 2025
Daniela Banea Salazar
Sé que para muchas personas este es el día donde cumplen un sueño , incluso diría, que ahora navegan el reto de tener nuevas metas y nuevos caminos para sus vidas, otras, ven en este día el momento en el que cumplen las expectativas de sus familias; o quizás navegan la incertidumbre, de no tener muy claro cuál es el siguiente paso, con nuevas responsabilidades que llegan y nuevas pasiones que se desbloquean … mi invitación es a que encuentren también las cosas que les mueven el alma y les haga latir el corazón, y se permitan cumplirsen a ustedes sus propias expectativas. Es para mí un honor acompañar este día, ver sus rostros y dejar un poco de mi esencia, como su último aprendizaje en este camino universitario así que gracias por el espacio.
Mi lección en estos últimos años de vida sencillamente ha sido… Colombia. Un país donde existen las mariposas amarillas de Gabriel García Márquez, pero donde sólo las pueden ver quienes saben leer; donde “los nadies” de Eduardo Galeano, terminan siendo cerca del 40% de la población nacional quienes están en condiciones de pobreza; y donde salir con pantalón corto, corbata a la moda, sombrero encintado y chupa de boda, como Rinrín renacuajo, el de Pombo, fue la historia de cerca de 6.000 personas desaparecidas en 2023 que salieron de casa sin saber que no volverían a ver a sus familias.
Somos el segundo país más desigual de América latina, un reflejo de las muchas y muy profundas brechas que tenemos y, aunque resulte doloroso decirlo, incluso los derechos humanos se nos han convertido en privilegios. Una educación de calidad, nutrición balanceada, tener un empleo formal, el acceso a las tierras, vivienda digna, seguridad, la libertad, entre otros… son privilegios. Y en una Colombia justa con “las mismas oportunidades para todas las personas”, cualquiera debería poder acceder a una educación de calidad como la que ustedes recibieron.
Sin embargo, la realidad no es esa y cada una y cada uno de ustedes ocupó por muchos años un lugar que decenas de colombianas y colombianos añoraban. Y quisiera preguntarles:
¿Cuál es la historia de Colombia que reflejan ustedes?
La Nigeriana, Chimamanda Ngozi Adichie, en su texto “el problema de las historias únicas” que invito a que lo lean o lo vean en internet, nos hace una invitación similar, pensar en nuestro camino, en la perspectiva que tenemos sobre el mundo y en la historia que queremos reflejar de nuestro país.
No les miento, es posible que se encuentren en sus caminos un relato único sobre lo que es Colombia, relatos que hablan sólo desde el dolor, el odio, la corrupción, la división, o la violencia; y en el fondo me preocupa que nos creamos esa única historia. Una historia que proviene, creería yo, de la cobertura mediática, de novelistas que encuentran ahí la oportunidad de un negocio rentable, de la palabra de nuestros gobernantes, y de las veces que nos permitimos estar inmersas e inmersos en esas historias únicas y las aceptamos como parte de nuestra realidad.
Las historias se han utilizado para despreciar, calumniar y odiar, pero también pueden usarse para humanizar, conectar y amar.
Así que permítanse ser el reflejo de muchas Colombias, diversas, complejas, profundas, amplias, y de muchos colores. Somos una construcción de nuestras creencias, de los valores, pasiones, miedos, lealtades; de los territorios que hemos cohabitado, y de las conversaciones que a diario tenemos… en todo ello encontrarán distintas verdades, distintas historias, distintas Colombias.
Por mi parte, en mi proceso personal he buscado reflejar la historia de muchas Colombias, como la de Andrés Tombé que busca la soberanía alimentaria para su comunidad indígena Misak; Valentina Grisales una mujer Antioqueña que lucha por democratizar la justicia climática y resignificar la población campesina, Sandra Ibañez que desea ver más mujeres afro de Puerto Tejada, Cauca con las habilidades necesarias para ser parte de un mercado creciente como el de la tecnología, o la historia de Oscar Javier Baena Salazar, mi hermano que desde su condición de discapacidad, enseña el significado de ser capaz. Quiero reflejar la historia de un país narrado desde la equidad y la justicia, nuevas identidades con expresiones potentes que luchan por reducir desigualdades; y encontrar en el arte y la música, medios para expresar el perdón y el amor.
Nuestros territorios necesitan liderazgos que abracen su compromiso social, que reconozcan los retos que enfrenta nuestro país, y que utilicen su privilegio para reducir las desigualdades. Se requieren liderazgos que estén a la altura de su responsabilidad con las comunidades, que asuman el reto de dar ejemplo personal, que tenga una voz auténtica en cada espacio, que cuestionen las decisiones fundamentadas en el ego, que se comprometan con la verdad en un sentido profundo y que asuman el rol de aprendiz de manera constante.
Ser egresado y egresada de esta universidad es un gran privilegio, pero también es una gran responsabilidad, es tener en su corazón el deber moral de sostener conversaciones incómodas con la realidad de nuestro país, de sentir la desigualdad amplia y compleja en lugares con riquezas naturales y culturales, y de escuchar los silencios del hambre, el conflicto, la pobreza y la marginalización. Y en todo ello, encontrar desde su SER la posibilidad de HACER la diferencia. Ustedes tienen poderosas herramientas para comprender las distintas realidades y transformarlas en innovación, en empresas, en organizaciones sociales, en colectivos…en comunidad, no dejen de lado la oportunidad de enfrentar los desafíos y construir la Colombia que tanto deseamos, y no permitan que el privilegio les nuble la empatía.
Sigamos adelante con orgullo, con determinación y con la convicción profunda de que nuestras historias personales se entrelazan de manera indisoluble con la historia colectiva de nuestra amada Colombia. Que este día marque el comienzo de una nueva era de liderazgo consciente y comprometido, donde el bienestar de todas las personas sea la brújula que guíe nuestros pasos hacia un futuro mejor.
Donde reflexionemos sobre el legado que llevamos como ciudadanas y ciudadanos egresados de la Universidad Nacional de Colombia. Donde somos testigos y participantes de los eventos que han marcado a nuestra nación: momentos de gloria y grandeza, pero también momentos de resistencia y lucha; pero más importante, somos protagonistas activas y activos en la historia en curso. Ya sea luchando por la justicia social, trabajando por la igualdad de oportunidades o defendiendo los derechos humanos, nuestras acciones tienen un impacto en la dirección que toma nuestro país.
Les deseo mucho aprendizaje, deconstrucción y amor en sus futuros esfuerzos. Siempre serán más que un cargo o un trabajo, y nunca limiten el sentir, el amar y el soñar en sus caminos.
Y que se lleven en su corazón la pregunta de
¿Cuál es la historia de Colombia que quieres reflejar a partir de ahora?
¡Gracias!
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